Creo que solo necesito algo de desahogo. El día hoy parecía empezar bien, fui a entrenar algo de artes marciales y defensa personal (uno de mis pasatiempos favoritos) con un conocido (a estas alturas casi ya un amigo, lo llamaré "Perseo", usaré nombres falsos para referirme a ellos, pues no quiero dar pistas de que estoy hablando de esto; él me pidió que lo mantuviera en reserva, pero siento la necesidad de decirlo y desahogarme un poco), y, durante la sesión, me contó algunos "oscuros secretos" de otro conocido -amigo de Perseo- que tenemos en común (a quien llamaré "Sebastián". Eso fue lo primero que pasó en el día. Lo segundo, fue que ayudé a unos compañeros del trabajo a evitar el intento de suicidio de un excompañero de la empresa.
Sebastián, es un hombre de 32 años. Lo conocí en los eventos otakus y frikis que suelo frecuentar (que él frecuenta incluso con más asiduidad que yo). En lo que lo he conocido, me parecía un buen tipo: noble y amable, aunque siempre reservado y muy retraído, al punto en que casi siempre esconde su rostro cuando está en público, especialmente cuando hace cosplays en los eventos. Hoy, Perseo me habló algo más de él. Resulta ser que Sebastián, primero, padece de profundos problemas emocionales, de autoestima y de depresión. Segundo, es lo que quizá muchos llamarían un "fracasado en la vida". Con la edad que tiene, aun vive con los padres (quienes, además, según me contó mi amigo, lo han maltratado emocionalmente casi toda su vida, y ahora lo maltratan aun más debido a sus fracasos y atrasos en la vida), tiene una vida laboral muy inestable, se alimenta muy mal y -este fue el punto que más me llamó la atención y me dejó pensativo-, al igual que yo, nunca ha tenido una pareja en su vida. Tal es la carencia sexoafectiva que Sebastián siente que, me dice mi "cuasi amigo", gasta mucho dinero (del poco que le suele quedar libre de su sueldo) en prostitutas, con las únicas con las que ha tenido sexo en su vida (lo mismo que, hasta ahora, me ha pasado a mí). Perseo me confesó que teme que un día él termine por tomar una decisión fatal (es decir, acabar con su vida). Otra curiosidad: Sebastián tuvo el mismo sueño frustrado en su juventud que yo tuve: no consiguió ser militar, como lo anhelaba. Solo que, al parecer, le dio mucho más duro de lo que me dio a mí, pues él no oculta para nada su obsesión bélica (cosa que yo superé hace ya unos 3 años, aunque admito que mis cosplays siguen siendo, al igual que los de Sebastián, de temática militar y bélica principalmente).
Lo segundo es, lo que dije antes: mientras estaba trabajando, en el chat del grupo de trabajo, una compañera comentó que un excompañero de la empresa, a quien habían despedido hace aproximadamente un par de semanas, se estaba poniendo en contacto con ella, amenazando con suicidarse. Inmediatamente unos compañeros y yo nos dimos a la tarea de contactarlo y llamar a emergencias -lo cual nos costó trabajo, pues casi no logramos conseguir su ubicación. El compañero que lo contactó se percató de que ese muchacho tenía un revólver en su mano, lo oyó amartillarlo durante la llamada y luego le confirmó que se trataba de un arma de fuego. En lo que yo intentaba comunicarme con emergencias -lo cual no dio frutos, dado que yo no tenía la ubicación del muchacho-, por fortuna, consiguió calmarlo mediante la conversación telefónica y enviar una ambulancia a atenderlo.
Ahora ¿A qué voy contando este par de historias que me sucedieron el día de hoy? Primero, aunque se lo oculté a Perseo -y me doy cuenta de que, salvo en los momentos de más profunda crisis y pérdida de control emocional, como me sucedió hace poco más de 6 meses-, me sentí identificado con Sebastián. Ciertamente, se podría decir, tengo una calidad de vida mucho mejor que él. Gano más en mi trabajo -aunque no sea realmente de mi agrado, ya que no es nada afín a lo que estudié-, tengo una mejor vida social, soy un poco más sociable y extrovertido y, se podría decir, más funcional. Pero veo que Sebastián es un hombre profundamente quebrado. Especialmente me vi identificado con la falta de vida amorosa de Sebastián así como, en menor medida, su sueño militar frustrado (en mi caso yo superé eso hace algunos años, pero parece que Sebastián aun no lo hace y es una de las tantas cosas que lo tiene en esa situación). Principalmente lo primero: la falta de vida amorosa. Tanto él como yo sufrimos mucho porque, en toda nuestra vida, no hemos encontrado mujer alguna que nos ame, y ya estamos en el "tercer piso" (yo tengo 30 años). Yo, en el fondo, me siento igual desde hace meses. Concretamente desde el 16 de octubre del año pasado, cuando una decepción amorosa -que fue lo que me llevó a empezar a escribir en este foro-, sumada a otros factores que venían de hace años, me sumieron en una terrible y profunda depresión que me llevó a considerar acabar con mi vida. Lo más terrible, por fortuna, ya pasó, pero siento que, muy en el fondo, quedé completamente quebrado. Aun cuando me siento tranquilo y sereno, siento que, si miro (imaginariamente) a mi interior, lo encuentro hecho añicos. Tan hecho añicos que a veces siento que no podré, que no querré, vivir con eso. Y ahí entra a colación tanto el temor de Perseo porque Sebastián lo intente un día, así como del intento de suicidio que ayudé a evitar hoy. Las ideas suicidas, en mi caso, han dejado de ser recurrente, pero, constantemente me planteo que, algún día, debería acabar con mi vida. Ciertamente no hoy ni mañana, pero, algún día. ¿Por qué? Porque, aunque lo pueda ocultar mejor, en el fondo, siento que mi vida es un fracaso parecido al de Sebastián.
Todo esto que pasó hoy me generó, siento yo, una sobrecarga emocional, lo cual, sumado a un día pesado de trabajo -muchos compañeros estaban libres hoy, por lo que, los que estábamos, tuvimos que asumir una carga laboral más pesada de lo habitual. De hecho, antes de empezar a escribir esto, me estaba deshaciendo en llanto. De tristeza, de angustia, de desesperanza, de miedo. Salvo por el episodio de la última frustración amorosa que tuve hace un mes -sobre el que también dejé una entrada en este blog-, hace meses no sentía esto. No hablo estas cosas con mi familia por temor a los juicios y duras retroalimentaciones, a que me "den palo", pero necesitaba descargarlo. Lo siento 🙁
@filemondos hola.
Gracias por tu comentario.
Te agradezco que participes en el foro y que lo utilices para regularte emocionalmente y desahogarte.
Entiendo que tuviste un día muy duro y de mucha carga a nivel emocional.
Parece que te ves muy identificado con Sebastián y esto te ha hecho reflexionar y pensar en tus propios problemas y preocupaciones. ¿Es así?
Por otro lado, el impedir un intento de suicidio ha debido ser una experiencia muy gratificante para ti, pero también muy intensa y dura.
¿Qué tal te encuentras hoy?
Un abrazo.
Vega Marcos. Psicóloga de Somos Psicología y Formación.
@vega Hola Vega.
De nada, antes agradezco la existencia de este espacio.
Sí, no me esperaba sentirme así, pero fue un día duro, me sobrecargué mucho.
Sí, en un buen grado me vi identificado con Sebastián. No al 100%, desde luego. De hecho, ahora que lo pienso con un poco más de serenidad, ver su caso hasta me ayudó un poco a entender que no soy tan desafortunado como suelo pensar a veces. Como dije allí, puede que tanto él como yo hayamos tenido 0 suerte en el amor, así como haber llegado a una avanzada edad dependiendo económicamente de nuestros padres (aunque yo, dentro de unas pocas semanas, o máximo, unos pocos meses, volveré a ser independiente. Digo "volveré" porque lo he sido antes). Pero yo tengo una carrera profesional -aunque Sebastián también tiene estudios, si bien a un grado menor -yo soy profesional y él es técnico, no sé qué equivalencia tendrá eso en España (eres de allá si no me equivoco ¿cierto Vega?), pero no los ha ejercido. Yo sí, aunque muy poco, dada la precariedad que vivimos muchos jóvenes profesionales acá en Colombia-, y mi familia, aunque desde luego no exenta de problemas, me ha tratado infinitamente mejor que la de Sebastián a él -aunque, aclaro, afirmo esto solo basándome en lo que me contó Perseo, faltaría oír la versión de los padres de Sebastián, o incluso la del propio Sebastián. Pero Perseo me dijo algo que me hace darle un buen grado de credibilidad: Sebastián tiene un hermano que, me contó Perseo, está exactamente en la misma situación. Según lo que me contó Perseo, a Sebastián -y probablemente también a su hermano- su familia constantemente lo humilla y lo trata de "fracasado" y "bueno para nada", y así ha sido desde que él era pequeño. Yo por lo menos tuve la fortuna de que mi familia jamás en la vida me trató así. Hemos tenido desacuerdos y roces, como toda familia, pero nunca me humillaron de esa manera. Dada la personalidad y gustos de Sebastián, similares a los míos, aunque Perseo no me habló de ello, intuyo que, al igual que yo, debió sufrir algo de matoneo o "bullying" cuando era niño y adolescente (lo cuál he hallado común en personas de personalidad y gustos como los míos).
Pero sí, pese a que compararme con él -y detesto compararme, como se suele decir, "las comparaciones son odiosas"- me ayudó a poner las cosas en perspectiva, en el fondo, me sentí muy identificado con Sebastián. Por un lado, quise y quiero ayudarlo, me da algo de impotencia ya que le prometí a Perseo que no le hablaría a Sebastián sobre esto -pues, si lo hago, se dará cuenta de que él me contó y no creo que lo tome a bien, y, por el otro, me dio la impresión, y el temor de estar recorriendo el mismo "camino de vida" que Sebastián. Especialmente en los fracasos amorosos, que es de las cosas que más nos ha dado -si no la que más- tanto a Sebastián como a mí. Y hasta en eso él está peor: me contó Perseo que ha desarrollado una terrible adicción a las prostitutas -punto al que yo no he llegado, si bien también he pagado por sexo. No sé por qué (menos luego de sentirme incluso más afortunado que él), pero me entró esa sensación. La sensación no me dejó en paz no solo ese día, sino los dos días siguientes. Anteayer y ayer me sentí profundamente triste, ayer volví a hacer algo de ejercicio pero no pude mantener el ritmo, terminé parando para ponerme a llorar otra vez.
En cuanto al potencial suicida, sí, por un lado, fue muy gratificante haber participado en el grupo de personas que hicimos algo para evitarlo. Es más, hasta podría decirse que fui yo quien dio el primer paso, interrumpiendo mis deberes laborales para ayudar -lo cual me costó un llamado de atención de mi jefe, aunque me la llevo bien con él; entiendo que debió hacerlo solo por seguir los lineamientos de la empresa-, con lo cual se evitó una tragedia. Sé lo que es sentirse solo al borde del abismo, por eso me sentí impulsado a actuar. Porque, aun ahora que estoy más sereno, hay días en los que me siento cerca a ese abismo, y sé lo que es sentirse solo y sin apoyo en esos momentos. Pero también me llevó a recordar que, yo mismo, me planteo constantemente quitarme la vida en algún punto de ella. Ya de por sí me cuesta hallarle sentido, y vivo con el temor de que será peor cuando me haga más viejo.
Ya hoy me encuentro mejor, afortunadamente. Me costó dormir en estos días, pero ya me siento mejor hoy.
Un abrazo también.
@filemondos hola.
Sí, soy de España y nuestra clínica está en Madrid.
Me alegra saber que estás más tranquilo y te sientes un poco más calmado y mejor.
Es cierto que el compararte con esta persona puede hacerte valorar más tus circunstancias y apreciar todo lo positivo que tienes a tu alrededor.
Entiendo que no quieras decirle nada, ya que se trata de un tema muy personal. Quizá algún día sea él quien te cuente lo que le ocurre y así podáis hablar más largo y tendido acerca del tema.
Un saludo.
Vega Marcos. Psicóloga de Somos Psicología y Formación.