Hola buenas noches tengo 21 años y estoy al borde ahora mismo
Nunca había sufrido ansiedad pero hace unos años estuve en un sitio para dejar de fumar porros y me daban diacepán para que estuviese más tranquila,nunca había tenido ansiedad y desde esas me empezó todo,me hice muy dependiente a las pastillas nunca había tomado nada porque nunca había tenido ansiedad,en el momento que las quise dejar era tarde,pues el médico de allí me las recetó durante 8 meses y el tratamiento era de 3,después de eso dependía muchísimo de las pastillas y si no la tomaba un día estaba peor,con el tiempo le puse empeño y las dejé
Hace dos años que no tomo nada,cuando tengo ansiedad intento gestionarla de la mejor manera que puedo y tengo miedo a tomar pastillas para eso por si me vuelve a pasar lo mismo,pero soy una persona muy hipocondríaca y cuando tengo algún síntoma algo fuera de lo normal me asusto mucho y me pongo peor
Desde hace unas semanas no duermo casi por las noches tengo bastante estrés y creo que volvió la ansiedad,pero nunca me había sentido así noto presión en el pecho demasiado fuerte y cuanto más nerviosa me pongo peor es,tambien noto que me duele la espalda muchísimo no sé si es por sobrecargar los músculos o que pero a veces noto que me baja el dolor al brazo o a la pierna sin motivo alguno,también noto las piernas débiles a veces y me asusta,no sé si estos síntomas son normales o no lo son me gustaría saber si a alguien le pasa lo mismo que a mi,hace un mes fui a urgencias porque me dolía mucho el brazo y tenía ansiedad y me dijeron que tenía muchas contracturas en la espalda que seguramente me bajaría el dolor al brazo por un nervio o algo así pero la verdad es que ese día no me miraron a penas me lo dijeron así por encima y ya y estoy preocupada
@booppi Buenos días y gracias por compartir tu historia. La ansiedad como ya habrás podido comprobar en el foro, puede llegar por diversas causas o circunstancias. En tu caso está claro que todo te vino por el tema de fumar y todo lo que te creo. Estuviste en un centro entiendo de rehabilitación para dejar ese tema. Tengo varias preguntas. ¿Estuviste allí ingresada? El tema de la medicación tienes que tomarlo como una ayuda en un momento puntual, para pasar un mal trance de tu vida y ya. Luego te curas y pasas página de ese tema. La hipocondría es algo es un tema complejo. Existe miedo al poder tener enfermedades, a que te ocurra algo, a la muerte etc. Lo más importante es ver las cosas con perspectiva. Tu tema de los dolores, tiene pinta de ser tipo muscular. Yo si fuera tú, iría a un fisioterapeuta y que te pidiera dar unos masajes y aliviar todas esas dolencias. No tengas miedo al tema de las pastillas, como te decía eso fue en un mal momento de tu vida y ya paso. Lo más importante que pudieras valorar para poder superar todo esto, es plantearte ir a un psicólogo. Como decía mi querido Freud, la cura hablada que es lo que hacen los psicólogos con los pacientes, a través de sus herramientas, pautas, el habla, es la verdadera ayuda. Estate tranquila. Los síntomas de los que hablas pueden llegar a causa de la ansiedad, los nervios. Ya te digo que si estuviste en el médico, no pasa nada. Yo lo veo más un problema de fisioterapia que de otra cosa. Aquí estamos contigo para lo que necesites
@booppi Te dejo esto y espero que te pueda ayudar a entender la hipocondría. La hipocondría es un trastorno que cada vez afecta a más personas. Sin embargo, aún es muy desconocido. Por este motivo, en este texto vamos a explicar cómo superar la hipocondría mediante una serie de consejos, además de presentar esta enfermedad, sus síntomas, y las consecuencias que puede acarrear.
¿Qué es la hipocondría?
La hipocondría también se conoce como hipocondriasis y está categorizada como una enfermedad psicológica en la que el paciente cree que padece una enfermedad física grave.
Esta creencia suele basarse en argumentos infundados nacidos de una obsesión de la persona, ya que la salud física de quien padece este trastorno está en perfectas condiciones. Así pues, debido a esta creencia u obsesión, la persona está autoanalizando continuamente todas sus funciones vitales.
Algo que debes tener claro es que la característica principal de la hipocondría es la preocupación, convicción y, al mismo tiempo, temor por padecer una enfermedad grave. Y esta preocupación nace de una suposición personal sobre alguna impresión o cualquier otro indicio que se manifieste en el cuerpo.
Así pues, si sientes que tienes la necesidad de observar continuamente la aparición de lunares, pequeñas heridas, tos o incluso los latidos del corazón pueden ser razones por las que padezcas esta enfermedad y que busques inconscientemente indicios de que estás enfermo.
De esta manera, esta patología lo que provoca es una interpretación catastrófica y tremendista de cualquier signo corporal que te parezca raro.
Los hipocondríacos también enferman
No obstante, aunque seas hipocondríaco, puedes estar enfermo. Puede que estés prestándole atención a ciertos síntomas mientras que otros que manifiestes y que quizá sean más importantes y determinantes para definir tu afección, los estés pasando por alto.
Por otra parte, puede que llegues a manifestar síntomas orgánicos reales debido al efecto nocebo. Esto se puede producir porque centres tanta atención en una determinada función vital que, a raíz de esto, dicha función comience a funcionar deficientemente.
Es decir, que debido a tu proceso psicológico obsesivo puedes causar la aparición de uno o varios síntomas somáticos.
Síntomas de la hipocondría
Esta enfermedad tiene una sintomatología muy definida y que es fácilmente reconocible. Así pues, si te sientes de la forma que hemos descrito anteriormente y presentas muchos de los signos siguientes puede que necesites consejos para la hipocondría.
Ansiedad: esta viene provocada por la presión continua de analizar el funcionamiento del cuerpo. Estar constantemente preocupado por la posibilidad de tener una enfermedad crea una gran carga mental que suele derivarse en episodios de ansiedad.
Descripción del cuadro clínico: si eres hipocondríaco no tendrás problemas al hacer una descripción de tu estado de salud con una gran precisión y detalle. Además de repetir continuamente cuáles son los síntomas que presentas.
Estado de ánimo desagradable que te hace manifestar una actitud atemorizada ante cualquier tipo de molestia que puedas padecer.
Aislamiento: ya que, en casos extremos, el avance de esta enfermedad puede llevarte a abandonar tu vida social, familiar e incluso laboral por dedicar todo tu tiempo a cuidarte a ti mismo.
Consecuencias de la hipocondría
El no tratamiento de este trastorno puede derivar en consecuencias graves para quien lo padece. De esta manera, si conoces a alguien que pueda tener esta enfermedad y quieres saber cómo ayudar a un hipocondríaco o tú mismo te sientes identificado con los síntomas, lo ideal es que sigas los consejos que te daremos a continuación.
No obstante, para que tengas en cuenta la gravedad de esta patología como se merece vamos a hablar de las consecuencias que puede provocar en tu vida.
– Limita tu vida. Cuando eres hipocondríaco te pasas la vida de médico en médico. Además, rechazarás una gran cantidad de actividades por el miedo a contraer nuevos síntomas imaginarios. O porque creas que por tu enfermedad no debes realizarlas.
– Mal desempeño laboral. Esta enfermedad que crees que padeces te impedirá ser productivo en el trabajo, cumplir con tus objetivos e incluso acudir al mismo. Esto puede provocar amonestaciones, reducciones de sueldo o despidos.
– Vida social reducida.Cuando no haces nada para que tu situación, tu ansiedad y tu estado de ánimo mejoren, te vas alejando de la gente que antes estaba a tu lado. Por tanto, es posible que vayas perdiendo tus amistados y por tanto retroalimentando ese malestar que ya sientes.
¿Cómo superar la hipocondría?
Ahora que sabes qué es, cuáles son sus síntomas y sus consecuencias, seguro que quieres saber cómo superar la hipocondría.
Pues bien, vamos a dar una serie de consejos que podrás aplicar en tu día a día para saber cómo dejar de ser hipocondríaco y desarrollar tu vida de forma normal. No obstante, siempre te recomendamos que acudas a un profesional de la psicología, ya que él podrá estudiar tu caso concreto y darte las pautas que necesitas para salir adelante.
#1.- No te obsesiones con las quejas
Párate a pensar por un momento cuánto tiempo dedicas al día a quejarte de dolores, de nuevos síntomas que crees que tienes o de sensaciones de tu cuerpo. ¿A que es mucho?
Pues bien, aunque en cierta medida sea bueno exteriorizar el dolor, si se hace repetidas veces recreándose en él, solo se aumentará la preocupación. Por este motivo, lo ideal es que intentes evitar las quejas constantes.
#2.- No busques explicaciones tremendistas a tus síntomas
Es decir, puede que notes que te ha salido un nuevo lunar, pero ¿es suficiente para estar convencido de que vas a tener cáncer? De igual forma si te duele la pierna. Puede que te hayas dado un golpe o que hayas cogido frío, pero no tiene por qué ser una trombosis.
Cuando te asalten estos pensamientos exacerbados acerca de las razones de aquello que sientas, intenta buscar una explicación más normal y probable.
#3.- Mantente siempre en la realidad
Siempre debes centrarte en lo que ocurre de verdad. Es normal que la hipocondría te desencadene pensamientos hipotéticos como “¿y si tuviera tal enfermedad?” “¿y si por hacer esto me pasara lo otro?” Pero debes controlar estos pensamientos y reflexionar.
Solo de esta forma te darás cuenta de que la mayoría de las veces que creías padecer una enfermedad, finalmente no era cierto. Deja a un lado tu mundo de suposiciones y compáralo con la realidad.
Además, usando esta técnica podrás ver lo improductivo que resulta estar continuamente comprobando tu estado de salud.
#4.- Observa la enfermedad desde otro punto de vista
En la hipocondría existen dos posturas muy claras y definidas. La primera de ellas es no acudir nunca al médico por si te detectan algo muy grave. Y la segunda de ellas es estar siempre alerta, preocupado y angustiado, yendo cada día al médico por si acaso tienes una enfermedad grave.
Visto de esta manera parece bastante inverosímil ¿verdad? Lo mejor que puedes hacer es interpretar la enfermedad de una manera diferente.
Es decir, usa el pensamiento que te angustia de manera productiva para hacer cambios en tu vida. Por ejemplo, puede que siempre estés angustiado por si padeces cáncer. Pero si este es tu temor, lo mejor que puedes hacer es dejar de fumar, hacer más ejercicio y comer de forma sana. Así tus temores se reducirán y estarás en mejor estado de salud.
#5.- Evita buscar síntomas de enfermedades en Internet
Por mucho que te interese saber sobre enfermedades, dado el problema que ahora tienes, lo mejor es evitar estas consultas en Internet.
Si en una situación normal tienes el riesgo de pensar que padeces ciertas dolencias, más aún te pasará si no dejas de consultar páginas de información en la red. Además, cuanta más información tengas acerca de enfermedades raras y graves, más angustia te creará cualquier pequeña sensación que experimentes en tu cuerpo.
Graba en tu mente que no eres médico y que por mucho que te informes en Internet no sabrás cómo interpretar el contexto adecuadamente para tener un diagnóstico fiable sobre ningún síntoma.
#6.- Observa todo lo que te has perdido y te estás perdiendo
Es decir, párate a pensar en todo lo que habrías hecho si no hubieras estado continuamente pendiente de tu estado de salud. ¿Habrías salido más con tus amigos? ¿Habrías disfrutado más de las reuniones familiares? ¿Habrías sido más eficiente en tu trabajo?
Pues bien, si la respuesta a estas preguntas es un sí, ya tienes otro motivo para deshacerte de la hipocondría. Piensa en cómo te ha coartado este trastorno y pon tu empeño y esfuerzo en superarlo poco a poco.
#7.- Afronta tus miedos
Otra de las causas más comunes que provoca esta obsesión por la salud es el miedo a afrontar alguna situación. ¿Llenas tu mente de preocupaciones sobre tu salud para no pensar en algo que te preocupa?
Si esto es así debes analizar qué es lo que te asusta tanto y afrontarlo. Solo así podrás desarrollar una vida completamente normal en la que seas tú quien tenga el control en lugar de una enfermedad.
@booppi También unas preguntas más. Como es tu día a día? Trabajas, estudias? Tu entorno familiar te apoya en esto? Volviste a fumar? Un abrazo fuerte y está es tu casa.
@freud Muchas gracias por contestar y por el apoyo,se te ve muy buena gente
cuando estuve en el centro para dejar de fumar estuve una 8 meses y estaba allí ingresada,no fue como tal duro dejar de fumar porque ya lo estaba reduciendo el consumo un poco por mi cuenta,pero mis padres no querían verme así yo era una niña y en el momento me enfadé mucho cuando decidieron llevarme allí pero a día de hoy se lo agradezco porque fue lo mejor que pudieron hacer por mi,al principio fue duro pero una vez me di cuenta de toda la situación que eso conyevaba lo lleve de otra manera,lo que me jodio de todo eso no fue dejar de fumar,porque a día de hoy no lo hago ya,fue el echo de que éramos muchos,algunos de los que estaban allí eran agresivos entonces para tener a todo el mundo controlado nos daban pastillas para estar más tranquilos,por eso fue lo peor que me pudo pasar porque el tratamiento sólo era de tres meses como me dijo mi médico de cabecera una vez volví a mi casa,y el psiquiatra de allí me las estuvo dando durante siete meses y me hizo dependiente a ellas,estaba en una academia de peluquería acabando y si que es verdad que estaba muy desmotivada ya,pero tuve la suerte de que me recomendaron para una peluquería por eso igual estoy con tantos nervios de empezar y no lo doy gestionado bien por eso tengo la ansiedad a mil otra vez y no la doy gestionado,porque me preocupo mucho cuando encuentro algún síntoma que no se lo que es y pienso en si puede ser algo malo,de echo hoy estuve en el médico porque no conseguí dormir en toda la noche y me refetó alprazolam,voy a intentar tomarlo a ver qué tal porque sino esto irá a más ya que soy una persona muy nerviosa y mi cuerpo lo transmite mucho,una vez más muchísimas gracias!😄
@booppi Entiendo lo que tuviste que pasar internada en el centro y que fue duro, pero como tú dices fue por tu bien y para que pudieras quitarte del tema del fumar. Lo más importante es que entiendas que esa época paso y todos en la vida podemos cometer errores y pasar por una situación de este tipo. Como te dije antes, el tema de la medicación no lo tienes que tomar como una persona obsesión ni como algo malo. En un momento puntual de nuestras vidas, no pasa a todos. Por ponerte un ejemplo. Es como si tengo dolores de cabeza y me dan un tratamiento para que se me pase. Obviamente no me voy a quedar con el dolor de cabeza. Me tomo el tratamiento y cuando se me pase, me lo quitan. Contigo pasa lo mismo. Ahora atraviesas una etapa de nervios por el cambio de que vas a empezar a trabajar, si el médico te ha recetado esas pastillas, no lo tomes como algo malo, sino como una ayuda puntual que te haga estar más tranquila y luego se te retira la medicación. Que empieces a trabajar en un sitio nuevo es una noticia estupenda y te la tienes que tomar así. Es lógico que tengas los nervios previos al comienzo, pero eso nos pasa a todos. Lo más importante es que lo vas a hacer muy bien, que pienses que el primer día son un aprendizaje, que poco a poco le vas a ir cogiendo el truco y lo vas a hacer muy bien y van a estar muy contentos contigo los jefes, clientes. Para controlar esos nervios, también existen como ya sabes técnicas de relajación. En YouTube tienes muchos vídeos de relajación, meditación. Te enseñan trucos para aprender a respirar, controlar esos nervios. Te pones en tu cuarto, los cascos y haces los ejercicios. Otra cosa muy buena, si no lo haces es el ejercicio. Cuando haces ejercicio, el cuerpo libera unas sustancias químicas llamadas endorfinas Las endorfinas interaccionan con los receptores del cerebro que reducen la percepción del dolor. Te ayuda a estar más animada, despejar la mente. Activando la hormona de la felicidad. Endorfinas: son las más populares de todas y son aquellas que tras el ejercicio, nos permiten sentir felicidad, alegría y hasta euforia, funcionando además como un analgésico natural, pues reduce el sentimiento de dolor así como la ansiedad y el estrés. Repítete a ti misma, no tienes ninguna enfermedad, no te va a pasar nada malo. Siempre que tengas alguna duda médica, prohibido mirar síntomas en internet. Ya nos cuentas cómo te va en tu nuevo trabajo, te va a ir fenomenal y por favor sigue escribiendo desahogándote y cuando tengas cualquier duda, está es tu casa
@freud Muchas gracias intentaré cambiar mis pensamientos que son lo que más me hace daño ahora mismo todo está en la mente y tengo que aprender a gestionar las cosas la ansiedad y todo
@booppi Eso es. Pero tu tranquila y a tu ritmo. La vida es un constante aprendizaje al igual que cuando tenemos un problema de ansiedad como en tu caso o cualquier otra cosa. Siempre que tengas un pensamiento instrusivos, negativos, de catástrofe, etc, sigue estos consejos. Te pueden ayudar mucho. Sigue escribiendo por favor, nos cuentas cómo va en la peluquería etc. Un abrazo fuerte. Aquí nos tienes.
Pensamientos intrusivos: por qué aparecen y cómo gestionarlos Alguna vez te has visto inmerso en un bucle de pensamientos del que no sabes salir? ¿Has experimentado la desagradable sensación de no ser capaz de “expulsar” de tu mente una idea que te daña? Como si de una canción pegadiza se tratase, ¿te sientes incapaz de pensar con claridad porque la melodía de fondo de algún pensamiento repetitivo está continuamente sonando?
Si crees que estos ejemplos explican tu situación, es muy posible que seas una víctima habitual de los pensamientos intrusivos. A continuación veremos qué son exactamente.
Los pensamientos intrusivos
Las obsesiones son pensamientos intrusivos, repetitivos y perturbadores que permanecen en nuestra mente durante largos períodos a pesar de los intentos de luchar o huir de ellos. Son aquellos pensamientos intrusivos que no queremos tener, pues somos conscientes de su inutilidad/disfuncionalidad y que sin embargo acaban viniendo a nosotros una y otra vez, perturbando nuestra calma y dificultando la tarea de concentrarse.
Si no se trabaja sobre ellos, estos pensamientos intrusivos pueden acabar convirtiéndose en el eje de nuestras vidas, pues mientras ponemos toda nuestra atención en ellos, excluimos la realidad que nos rodea. Nos sentimos incapaces de redirigir nuestra atención hacia otros estímulos pues el pensamiento obsesivo lo gobierna todo. El pensar y repensar las cosas sea quizá uno de los problemas más frecuentes de nuestra sociedad, siendo fuente de problemas de ansiedad, sufrimiento, incapacidad…
¿De qué manera se generan las obsesiones?
Las obsesiones aparecen a causa de que las personas hemos desarrollado la ilusión de controlabilidad absoluta. Queremos tener todo bajo nuestro control pues no hemos aprendido a tolerar la incertidumbre, pero esta ilusión se derrumba una y otra vez al ver que ciertas circunstancias en la vida son incontrolables, por ejemplo las enfermedades o el comportamiento ajeno.
Los pensamientos obsesivos también pueden aparecer cuando nos vemos en la situación de tener que tomar una decisión y no saber qué elegir dentro de las posibilidades. Le damos vueltas durante días, meses o incluso años cayendo en la trampa de la obsesión inmovilizadora, sin darnos cuenta de que no decidir ya es decidir.
Giorgio Nardone expone en su libro “Pienso luego sufro” que las dudas son el trampolín de lanzamiento de nuestro pensamiento creativo, pero también el resorte del pensamiento obsesivo. En el primer caso la duda es dominada y orientada, conduciendo al descubrimiento de nuevos pensamientos. En el segundo, es combatida y reprimida, y se convierte en el tirano que persigue al pensamiento.
Ya que es muy probable que nunca tengamos la certeza de que la decisión que tomemos sea la adecuada, es recomendable tomar el tiempo estrictamente necesario para valorar los pros y los contras y seguidamente decidir, responsabilizándonos de que es posible que nos hayamos equivocado y aprendiendo a renunciar al camino que hemos decidido no tomar.
Disputa entre pensamientos
Nuestro ser consciente tiende a rechazar de manera racional aquellos pensamientos intrusivos que nos turban. Es normal, ya que si te paras a pensar te darás cuenta de que existe la suficiente cantidad de hechos estresantes como para que vivamos con un malestar constante si nuestra atención no puede desengancharse de ellos.
Por ello, es probable que en ocasiones se desencadene una lucha entre pensamientos racionales y pensamientos irracionales o incómodos. Por un lado, esos pensamientos incómodos, al "estar prohibidos" tienen mucho potencial a la hora de atraer hacia ellos nuestra atención. Por el otro, la parte de pensamientos y sensaciones que podemos tolerar no tiene por qué tener la fuerza suficiente como para "cubrir" toda nuestra realidad, sin dejar huecos.
Sin embargo, se produce la paradoja de que pensar en que no queremos pensar en algo ya es centrar en eso nuestra atención, y aparece la frustración de querer borrar de nuestra mente un pensamiento y obtener el efecto contrario: fortalecerlo.
¿Cómo podemos gestionar los pensamientos intrusivos?
Los pensamientos obsesivos son un síntoma que nos avisa de algo. Es por ello que uno de los primeros pasos debe ser tirar del hilo (solos si nos vemos capacitados, o en compañía de un profesional capacitado) para descubrir de dónde surgen y por qué se mantienen y poder trabajar en ello desde la raíz.
¿Alguna vez te has visto inmerso en un bucle de pensamientos del que no sabes salir? ¿Has experimentado la desagradable sensación de no ser capaz de “expulsar” de tu mente una idea que te daña? Como si de una canción pegadiza se tratase, ¿te sientes incapaz de pensar con claridad porque la melodía de fondo de algún pensamiento repetitivo está continuamente sonando?
Si crees que estos ejemplos explican tu situación, es muy posible que seas una víctima habitual de los pensamientos intrusivos. A continuación veremos qué son exactamente.
Los pensamientos intrusivos
Las obsesiones son pensamientos intrusivos, repetitivos y perturbadores que permanecen en nuestra mente durante largos períodos a pesar de los intentos de luchar o huir de ellos. Son aquellos pensamientos intrusivos que no queremos tener, pues somos conscientes de su inutilidad/disfuncionalidad y que sin embargo acaban viniendo a nosotros una y otra vez, perturbando nuestra calma y dificultando la tarea de concentrarse.
Si no se trabaja sobre ellos, estos pensamientos intrusivos pueden acabar convirtiéndose en el eje de nuestras vidas, pues mientras ponemos toda nuestra atención en ellos, excluimos la realidad que nos rodea. Nos sentimos incapaces de redirigir nuestra atención hacia otros estímulos pues el pensamiento obsesivo lo gobierna todo. El pensar y repensar las cosas sea quizá uno de los problemas más frecuentes de nuestra sociedad, siendo fuente de problemas de ansiedad, sufrimiento, incapacidad…
¿De qué manera se generan las obsesiones?
Las obsesiones aparecen a causa de que las personas hemos desarrollado la ilusión de controlabilidad absoluta. Queremos tener todo bajo nuestro control pues no hemos aprendido a tolerar la incertidumbre, pero esta ilusión se derrumba una y otra vez al ver que ciertas circunstancias en la vida son incontrolables, por ejemplo las enfermedades o el comportamiento ajeno.
Los pensamientos obsesivos también pueden aparecer cuando nos vemos en la situación de tener que tomar una decisión y no saber qué elegir dentro de las posibilidades. Le damos vueltas durante días, meses o incluso años cayendo en la trampa de la obsesión inmovilizadora, sin darnos cuenta de que no decidir ya es decidir.
Giorgio Nardone expone en su libro “Pienso luego sufro” que las dudas son el trampolín de lanzamiento de nuestro pensamiento creativo, pero también el resorte del pensamiento obsesivo. En el primer caso la duda es dominada y orientada, conduciendo al descubrimiento de nuevos pensamientos. En el segundo, es combatida y reprimida, y se convierte en el tirano que persigue al pensamiento.
Ya que es muy probable que nunca tengamos la certeza de que la decisión que tomemos sea la adecuada, es recomendable tomar el tiempo estrictamente necesario para valorar los pros y los contras y seguidamente decidir, responsabilizándonos de que es posible que nos hayamos equivocado y aprendiendo a renunciar al camino que hemos decidido no tomar.
Disputa entre pensamientos
Nuestro ser consciente tiende a rechazar de manera racional aquellos pensamientos intrusivos que nos turban. Es normal, ya que si te paras a pensar te darás cuenta de que existe la suficiente cantidad de hechos estresantes como para que vivamos con un malestar constante si nuestra atención no puede desengancharse de ellos.
Por ello, es probable que en ocasiones se desencadene una lucha entre pensamientos racionales y pensamientos irracionales o incómodos. Por un lado, esos pensamientos incómodos, al "estar prohibidos" tienen mucho potencial a la hora de atraer hacia ellos nuestra atención. Por el otro, la parte de pensamientos y sensaciones que podemos tolerar no tiene por qué tener la fuerza suficiente como para "cubrir" toda nuestra realidad, sin dejar huecos.
Sin embargo, se produce la paradoja de que pensar en que no queremos pensar en algo ya es centrar en eso nuestra atención, y aparece la frustración de querer borrar de nuestra mente un pensamiento y obtener el efecto contrario: fortalecerlo.
¿Cómo podemos gestionar los pensamientos intrusivos?
Los pensamientos obsesivos son un síntoma que nos avisa de algo. Es por ello que uno de los primeros pasos debe ser tirar del hilo (solos si nos vemos capacitados, o en compañía de un profesional capacitado) para descubrir de dónde surgen y por qué se mantienen y poder trabajar en ello desde la raíz.
De no hacerlo, la causa que empuja esos pensamientos intrusivos hacia nuestra consciencia seguirá haciéndolo, y no solo eso, sino que poco a poco iremos sucumbiendo a la fuerza del estrés. Así pues, hay que ir más allá de los síntomas inmediatos y buscar causas que expliquen ese fenómeno.
Además de ello, podemos utilizar una serie de tácticas para gestionar los pensamientos intrusivos de manera adecuada y disminuir su impacto en nuestras vidas.
1. Desvinculación de pensamientos
Descubre y acepta que tú no eres tus pensamientos. Tú no decides lo que llega o no a tu mente, pero puedes seleccionar lo que te interesa y quieres quedarte, y lo otro enviarlo a la carpeta de SPAM. Cuando aparezca el pensamiento no sirve de nada luchar contra él, pues se hará más fuerte. Investiga por qué aparece eso en tu mente y luego decide si te conviene centrarte en él. Si no, dile adiós y visualiza cómo se va.
Es un ejercicio que requiere de esfuerzo y entrenamiento, y es normal que al principio veas que los resultados no son los esperados o que te cuesta mucho desvincularte. Pero si trabajas de manera constante descubrirás que acaban por perder fuerza y desaparecer.
Realización de actividades que fomenten la concentración, la atención y el autocontrol.
Entrenar tu mente en técnicas como la meditación, el yoga o el Mindfulness te servirá para ganar autocontrol sobre tus propios pensamientos y aprenderás a focalizar tu atención en otras áreas cuando los pensamientos recurrentes aparezcan.
2. Realización de ejercicio físico con frecuencia
Los pensamientos son energía, y es mucho más fácil controlarlos cuando hemos liberado el exceso de energía que nuestro cuerpo genera. Por ello realizar ejercicio físico diario nos ayudará a tener una mente más clara y relajada y a que la intensidad de los pensamientos recurrentes disminuya.
3. Dedicación diaria a pensar sobre el pensamiento perturbador
Si llevas durante mucho tiempo dándole vueltas a cierto pensamiento, y no te ves capaz de abandonarlo sin más, dedica 15 minutos al día, siempre a la misma hora y en el mismo lugar a pensar única y exclusivamente sobre ello. Puedes tomar apuntes y dejar tus reflexiones por escrito para ganar en productividad, pero en cuanto suene la alarma que te avisa de que ya ha pasado el cuarto de hora, no puedes volver a pensar en el tema hasta el día siguiente.
¿Alguna vez te has visto inmerso en un bucle de pensamientos del que no sabes salir? ¿Has experimentado la desagradable sensación de no ser capaz de “expulsar” de tu mente una idea que te daña? Como si de una canción pegadiza se tratase, ¿te sientes incapaz de pensar con claridad porque la melodía de fondo de algún pensamiento repetitivo está continuamente sonando?
Si crees que estos ejemplos explican tu situación, es muy posible que seas una víctima habitual de los pensamientos intrusivos. A continuación veremos qué son exactamente.
Los pensamientos intrusivos
Las obsesiones son pensamientos intrusivos, repetitivos y perturbadores que permanecen en nuestra mente durante largos períodos a pesar de los intentos de luchar o huir de ellos. Son aquellos pensamientos intrusivos que no queremos tener, pues somos conscientes de su inutilidad/disfuncionalidad y que sin embargo acaban viniendo a nosotros una y otra vez, perturbando nuestra calma y dificultando la tarea de concentrarse.
Si no se trabaja sobre ellos, estos pensamientos intrusivos pueden acabar convirtiéndose en el eje de nuestras vidas, pues mientras ponemos toda nuestra atención en ellos, excluimos la realidad que nos rodea. Nos sentimos incapaces de redirigir nuestra atención hacia otros estímulos pues el pensamiento obsesivo lo gobierna todo. El pensar y repensar las cosas sea quizá uno de los problemas más frecuentes de nuestra sociedad, siendo fuente de problemas de ansiedad, sufrimiento, incapacidad…
¿De qué manera se generan las obsesiones?
Las obsesiones aparecen a causa de que las personas hemos desarrollado la ilusión de controlabilidad absoluta. Queremos tener todo bajo nuestro control pues no hemos aprendido a tolerar la incertidumbre, pero esta ilusión se derrumba una y otra vez al ver que ciertas circunstancias en la vida son incontrolables, por ejemplo las enfermedades o el comportamiento ajeno.
Los pensamientos obsesivos también pueden aparecer cuando nos vemos en la situación de tener que tomar una decisión y no saber qué elegir dentro de las posibilidades. Le damos vueltas durante días, meses o incluso años cayendo en la trampa de la obsesión inmovilizadora, sin darnos cuenta de que no decidir ya es decidir.
Giorgio Nardone expone en su libro “Pienso luego sufro” que las dudas son el trampolín de lanzamiento de nuestro pensamiento creativo, pero también el resorte del pensamiento obsesivo. En el primer caso la duda es dominada y orientada, conduciendo al descubrimiento de nuevos pensamientos. En el segundo, es combatida y reprimida, y se convierte en el tirano que persigue al pensamiento.
Ya que es muy probable que nunca tengamos la certeza de que la decisión que tomemos sea la adecuada, es recomendable tomar el tiempo estrictamente necesario para valorar los pros y los contras y seguidamente decidir, responsabilizándonos de que es posible que nos hayamos equivocado y aprendiendo a renunciar al camino que hemos decidido no tomar.
Disputa entre pensamientos
Nuestro ser consciente tiende a rechazar de manera racional aquellos pensamientos intrusivos que nos turban. Es normal, ya que si te paras a pensar te darás cuenta de que existe la suficiente cantidad de hechos estresantes como para que vivamos con un malestar constante si nuestra atención no puede desengancharse de ellos.
Por ello, es probable que en ocasiones se desencadene una lucha entre pensamientos racionales y pensamientos irracionales o incómodos. Por un lado, esos pensamientos incómodos, al "estar prohibidos" tienen mucho potencial a la hora de atraer hacia ellos nuestra atención. Por el otro, la parte de pensamientos y sensaciones que podemos tolerar no tiene por qué tener la fuerza suficiente como para "cubrir" toda nuestra realidad, sin dejar huecos.
Sin embargo, se produce la paradoja de que pensar en que no queremos pensar en algo ya es centrar en eso nuestra atención, y aparece la frustración de querer borrar de nuestra mente un pensamiento y obtener el efecto contrario: fortalecerlo.
¿Cómo podemos gestionar los pensamientos intrusivos?
Los pensamientos obsesivos son un síntoma que nos avisa de algo. Es por ello que uno de los primeros pasos debe ser tirar del hilo (solos si nos vemos capacitados, o en compañía de un profesional capacitado) para descubrir de dónde surgen y por qué se mantienen y poder trabajar en ello desde la raíz.
De no hacerlo, la causa que empuja esos pensamientos intrusivos hacia nuestra consciencia seguirá haciéndolo, y no solo eso, sino que poco a poco iremos sucumbiendo a la fuerza del estrés. Así pues, hay que ir más allá de los síntomas inmediatos y buscar causas que expliquen ese fenómeno.
Además de ello, podemos utilizar una serie de tácticas para gestionar los pensamientos intrusivos de manera adecuada y disminuir su impacto en nuestras vidas.
1. Desvinculación de pensamientos
Descubre y acepta que tú no eres tus pensamientos. Tú no decides lo que llega o no a tu mente, pero puedes seleccionar lo que te interesa y quieres quedarte, y lo otro enviarlo a la carpeta de SPAM.
Cuando aparezca el pensamiento no sirve de nada luchar contra él, pues se hará más fuerte. Investiga por qué aparece eso en tu mente y luego decide si te conviene centrarte en él. Si no, dile adiós y visualiza cómo se va.
Es un ejercicio que requiere de esfuerzo y entrenamiento, y es normal que al principio veas que los resultados no son los esperados o que te cuesta mucho desvincularte. Pero si trabajas de manera constante descubrirás que acaban por perder fuerza y desaparecer.
Realización de actividades que fomenten la concentración, la atención y el autocontrol.
Entrenar tu mente en técnicas como la meditación, el yoga o el Mindfulness te servirá para ganar autocontrol sobre tus propios pensamientos y aprenderás a focalizar tu atención en otras áreas cuando los pensamientos recurrentes aparezcan.
2. Realización de ejercicio físico con frecuencia
Los pensamientos son energía, y es mucho más fácil controlarlos cuando hemos liberado el exceso de energía que nuestro cuerpo genera. Por ello realizar ejercicio físico diario nos ayudará a tener una mente más clara y relajada y a que la intensidad de los pensamientos recurrentes disminuya.
3. Dedicación diaria a pensar sobre el pensamiento perturbador
Si llevas durante mucho tiempo dándole vueltas a cierto pensamiento, y no te ves capaz de abandonarlo sin más, dedica 15 minutos al día, siempre a la misma hora y en el mismo lugar a pensar única y exclusivamente sobre ello. Puedes tomar apuntes y dejar tus reflexiones por escrito para ganar en productividad, pero en cuanto suene la alarma que te avisa de que ya ha pasado el cuarto de hora, no puedes volver a pensar en el tema hasta el día siguiente.
4. Evitar hablar continuamente de los pensamientos recurrentes
Buscar la tranquilidad o la opinión de la gente de manera continua es un arma de doble filo. Por otro lado produce una tranquilidad o “desahogo” temporal pero por el otro fomenta y refuerza el mantenimiento del problema así como la sensación de que por nosotros mismos no somos capaces de solucionarlo, lo cual nos genera sentimientos de baja autoestima y dependencia interpersonal.