Hola. Mi mujer ha pasado recientemente por su segundo brote psicótico. Bastante más leve que el primero, y ahora parece que se está dando cuenta de que su delirio no es real y asume más su "problema" acepta que es su cabeza que se la juega.
Los especialistas sostienen que es propensa a sintomas psicóticos bajo situaciones de estrés.
Habían pasado 16 meses del primer brote, los dos últimos sin medicación, y dos más con una medicación bajísima. Llegó a estar perfectamente como siempre.
Ahora empieza de nuevo la larga recuperación, pero yo como familiar, que ha visto tanto... Me asusto y se me hacen eternos los altibajos, sin ver un final claro.
Aquí van mis dudas, o preguntas de lo que me preocupa. Después de tres semanas de esta última crisis, lleva tomando a diario 10mg de olanzapine (zyprexa) pero aún sigue sin poder escuchar la radio, tele o leer libros; ir a sitios con gente o mirar a quien se cruza en la calle. Porque si lo hace, ella ve mensajes que se refieren a ella (no voces) interpreta este tipo de cosas. Eso la agobia un montón, la parte buena es que sabe que es su mente y no es real, aunque pienso que hay momento que "se deja llevar" y la entran dudas.
He intentado buscar en internet sobre este tipo de experiencias, sin exito. Me gustaría si algún experto, o alguien con experiencias similares, podría decirme algo sobre este tipo de interpretaciones, como que todo habla de ella, las reacciones de la gente son hacia ella... Y sobre todo si aún es normal tras 3 semanas con medicación. Y sobre todo, cuanto pueden durar estos síntomas, que son los que man agobian, después de la medicación que está tomando
Muchísimas gracias
Hola David:
Hace una década estuve tomando --por prescripción médica, claro-- zyprexa y topamax, para intentar contener los episodios delirantes de la manía. Recuerdo que todo giraba en torno a mí. Interpretaba, entendía, percibía que era el centro de atención de los demás. Padecía una autorreferencialidad exagerada que hacía de mí un superhombre. Tras unas semanas de medicación, quizá un par de meses, empecé a ser crítico con esas vivencias y experiencias delirantes. Yo hasta entonces litigaba contra todo. Enviaba cartas a todo el mundo quejándome de una realidad que me parecía pobre y hostil, la cual iba a redimir. Era uno de esos delirantes litigantes que describe Llopis en uno de sus textos. A partir de esas seis u ocho semanas empecé a ser crítico con todo ese sistema delirante que había tejido día tras día durante meses. Pero poco a poco. Y no de una manera drástica. Porque en el fondo necesitaba apoyarme en las esperanzas y proyecciones de ser que el delirio me brindaba. Yo tampoco podía ver la tele, ni la radio, ni leer los periódicos, ni libros. Unos medios que habían estado hablando de mí y conmigo durante tantos meses. Mis círculos de amistad, de estudio y de trabajo también habían estado hablando de mí, conmigo, de lo que iba a hacer, de lo que estaba logrando, sin que media palabra hubiera terciado el aire que me separaba de ellos. Mi pensamiento se convirtió en la elucubración que llega instantáneamente a todos. Era un pensar-decir prodigioso que se convertía inmediatamente en acto-hecho.
Yo no soy psiquiatra pero creo que después de tres semanas de medicación el comportamiento y la actitud de tu mujer, sus dudas y reservas, son normales y típicas…
Yo abandoné esa medicación y las visitas al psiquiatra y ello me llevó a una recaída. Más leve. Menos a la vista de todos, mejor dicho. Porque su intensidad era parecida a la de otras veces. El delirio se fortalece y se reconstruye de nuevo. Y de nuevo te ves, te sientes, el centro de referencia de una realidad que está por venir y de la que tú eres su redentor, o su protagonista. Klaus Conrad lo explica muy bien en su libro La esquizofrenia incipiente. Y Fernando Colina, en El saber delirante, apoyándose en las afirmaciones heideggerianas de “el lenguaje es la casa del ser” y “el hombre es el pastor del ser”, reflexiona sobre el delirio. Se plantea la duda de si es un error del lenguaje como instrumento o de si es un error en el lenguaje como medio. Acaba diciendo que el delirante más bien es un extraño en medio del lenguaje, más que un mal usuario del instrumento del lenguaje. Así, el delirante y su poder-hallarse en el lenguaje, o su querer-hallarse, o su saber-hallarse, o su esperar-hallarse en el lenguaje es una tragedia a la que está obligado. El delirante ya no habita en la hospitalidad del lenguaje, más bien acaba instalado en cierto arrojamiento que lo enajena…
En fin…
Ahora me inyectan mensualmente una dosis de aripiprazol (Abilify). Llevo tres años ininterrumpidos con esta medicación. Y lo cierto es que toda aquella realidad delirante ha desaparecido. Las referencias y señales con las que se disparaban mis epifanías delirantes ya no funcionan. Soy un descreído de ellas. Y aunque en el fondo, o en cierto rincón de mi conciencia, aun laten las esperanzas y oportunidades que me ofrecía el delirio, ya no me seducen. Puedo ver la tele con normalidad sin sentir que hablan de mí o que hablo con ellos. Puedo estar entre los otros como uno más, aunque cierto acomplejamiento y retraimiento dificulta mis relaciones sociales: he perdido muchos vínculos. Puedo leer, aunque mi comprensión de los textos es pobre. Y un estado de eutimia sub-depresiva es la que rige mi comportamiento. Mis actitudes y aptitudes están enredadas en cierta confusión y embotamiento pero ya no son aquellas exacerbaciones de carácter que me hacían disparatar. Y mis motivaciones son escasas: ahora tengo miedo de volver a entusiasmarme, porque el entusiasmo está cerca de aquella euforia maníaca que tanto irrita a los otros y con la que pretendía darme una oportunidad de ser que no sabía ver que era trasroscada. Mi voluntad se ha convertido en un dejar de ser, en cierto desistimiento, en cierta derrota, en cierto desasimiento de los acorazamientos del yo con los que nos sabemos realizados, gobernados afectivamente y dignificados. Y la iniciativa y la decisión las tengo abandonadas, quizá por culpa de todas aquellas iniciativas y decisiones delirantes que he tomado: estoy escamado ante la posibilidad de caer en el delirio, a la par que echo de menos las sensaciones de verdad de triunfo y de éxito que me proporcionaba...
Total, Davidoslo, decirte que tengas esperanza porque los síntomas positivos de la psicosis --las alucinaciones y los delirios-- van a desaparecer con la medicación rápidamente. Eso ya te lo habrá dicho el psiquiatra. Y que la lucha a partir de ahora es contra y ante los síntomas negativos: los de la apatía, la abulia, la anhedonia, cierta alogia y la astenia. Síntomas que quizá pueda abordar tu mujer desde la terapia y desde los diferentes círculos de familia, de amistad, de trabajo y de recreo que aun mantenga…
Un abrazo, suerte ánimo y valor.
@javier-castro Gracias por tus palabras. La verdad es que el delirio de mi mujer es bastante diferente, es del tipo persecutorio. No sé si a nivel clínico, existe diferencia entre delirios, lo que está claro es que mi mujer ha estado aterrorizada, la recaída la supuso un miedo horrible a revivir de nuevo esa persecución. Así pues esas interpretaciones son negativas hacia ella y la crean angustia y miedo.
Te he leído nombrar un par de libros, la verdad es que también estoy en busca de lectura, tanto para ella, para comprender lo que la pasa, cómo la persona psicótica va hilando todo, porqué ocurre etc... Como para mí, para intentar entender qué ocurre dentro de su cabeza, que siente, y quizá sacar mejores formas de ayudarla. Así que si sabes de buenas lecturas son bienvenidas
Saludos
Hola de nuevo. Y gracias por haberme tenido en cuenta.
…En mi caso el delirio, en las cuatro veces que brotó, en las cuatro veces que caí, en las cuatro veces llegué a él, en las cuatro veces que lo entretejí, empezó, como te digo, por ser una esperanza y una oportunidad, pero luego eso se torcía y acababa viviendo un infierno de soledad, arrojado al horror de la depreciación y de la impotencia. No sé si es que pasaba de la manía a la depresión o qué…
…Los textos que adquirí para informarme son casi todos de la editorial Triacastela, los adquirí inmerso en pleno brote psicótico, el segundo, …porque yo iba a poner patas arriba todas esas incompletas y sesgadas descripciones de la psicopatología que me convertían en un desquiciado después de haber estado litigando contra todo...
…Por otro lado he leído El delirio, un error necesario de Carlos Castilla del Pino y algunos textos de Ludwig Binswanger, un psiquiatra existencialista que aplica la filosofía fenomenológica de Husserl y Heidegger. Una filosofía que a mí me interesa, pero que, debido a mis dificultades para leer y concentrarme, apenas sí sabría comentarte en qué consisten sus ideas y hechos fundamentales.
Gracias por invitarme a recomendarte lecturas sobre la psicosis. Supongo que no soy el más indicado y adecuado, ni el más revelador, ni el de confianza, para recomendarte textos en los que podáis apoyaros tu mujer y tú para afrontar la psicosis. Seguro que los psicólogos de SOMOS tienen algo mejor que recomendarte. Y con más criterio.
Decirte también que, a veces, las lecturas no ayudan a vencer el delirio. A veces no se logra tomar conciencia crítica de lo que a uno le sucede –el delirio— leyendo acerca del tema. Se puede volver contra uno. A mí me sucedió. Me lo advirtió mi psiquiatra. Empiezas “a tejer”, a enredarte con interpretaciones delirantes que nada tienen que ver con la comprensión correcta de los textos, los que la mayoría de las veces no son fáciles de entender, y todas esas experiencias acaban incorporándose desgraciadamente al delirio… Que tu mujer tenga cuidado con eso. No lo sé pero creo que quizá sea aun temprano para ella, para realizar esas lecturas. Además, según me dices, tampoco se lo pide el cuerpo todavía.
Ay, el poder tomar conciencia crítica acerca de la psicosis leyendo sobre ella y poder superarla…, suena bonito, pero es un tanto ingenuo. Te lo digo porque yo estoy en esa fase de ingenuidad aun: creyendo y necesitando creer que puedo vencer la psicosis apoyándome en los libros que durante años he adquirido para afrontarla… quizá me dejo conducir aun por aquellas aprehensiones e interpretaciones del delirio, de un delirio ahora en estado de remanencia, residual…
Saludos cordiales y que os vaya bien, que tengáis suerte y que nos os falte el buen ánimo…
@javier-castro gracias de nuevo, estoy de acuerdo en que aún es pronto para lecturas (para mi mujer), me es inevitable intentar que las cosas vayan más deprisa, y en el fondo sé que esto es lento, y que cuanto más lento posiblemente mejor diagnostico. Gracias por tus ánimos, saludos
@davidoslo hola David.
Siento mucho que tu mujer esté pasando por esto. Debe ser muy duro para los dos.
Los brotes pueden tener duraciones diferentes. No hay un tiempo determinado que deban durar. Esto depende mucho de cada persona.
Me alegro de que esté un poco mejor y que tome la medicación.
Quizá todavía es un poco pronto para observar todos los beneficios de la medicación. Dentro de unas semanas probablemente se encontrará mejor.
Sin embargo, parece que ya va teniendo más conciencia de enfermedad y comprendiendo que lo que ve o escucha no es real. Es normal que tenga etapas en las que ponga más en duda este aspecto.
Te felicito por el gran trabajo que estás haciendo y por apoyarla tanto.
Parece que eres un gran apoyo para ella.
Un abrazo.
Vega Marcos. Psicóloga de Somos Psicología y Formación.
@vega muchas gracias, buenas palabras, se agradece 🙂 saludos
@davidoslo gracias a ti.
Ve contándome cómo os encontráis los dos.
Mucho ánimo y un abrazo.
Vega Marcos. Psicóloga de Somos Psicología y Formación.